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Rosa Herrera sabe lo difícil que puede ser luchar contra el COVID-19.
En octubre del 2020, dos de sus hijas estuvieron muy enfermas con COVID-19 y tuvieron que ser hospitalizas. Herrera, también se enfermó, pero tuvo un caso leve.
“Fue realmente aterrador. No podía verlas y como las dos estaban hospitalizadas al mismo tiempo, me estaba volviendo loca”, dijo Herrera.
Inicialmente, Herrera tenía miedo de recibir una vacuna. Le preocupaba que la hubieran hecho muy rápido, y porque no sabía lo que había en los ingredientes, que pudiera tener microchips o algo que le hiciera daño a su familia de nuevo─cosas que había leído en Facebook.
Pero después de saber que la vacuna es segura, Herrera finalmente decidió vacunarse. Ella se alegra de haberlo hecho.
“Puedo ver a mis nietos y a mis hijos aquí y te da más libertad”, dijo Herrera.
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Cuando el COVID Golpea Nuestro Hogar
Rosa Herrera y su familia vienen de México, donde aún viven muchos de sus hermanos. Ahora ella y sus hijas viven en Minneapolis, Minnesota.
Cuando ella y sus hijas se enfermaron de COVID-19 el otoño pasado, fue difícil para Herrera porque no podía visitarlas en el hospital. Una de sus hijas tuvo que ser intubada y estuvo conectada a un respirador durante 10 días.
La mayoría de sus hijas se han recuperado, pero la hospitalización les causó efectos secundarios duraderos, así como nuevos problemas de salud.
“Todavía tienen problemas con eso. La que fue intubada, todavía tiene problemas con sus pulmones. Entonces todavía tiene que hacer algún tipo de ejercicio para esto, y luego la diabetes. No sabíamos que tenía diabetes y, de repente, sus números eran extremadamente altos, como en el rango de 500. Así que eso fue bastante aterrador. Y todavía tiene ese problema con la diabetes y sus pulmones, así que ahora tiene que inyectarse insulina dos veces al día”, dijo Herrera.
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Temores sobre la Vacuna contra el COVID-19
Inicialmente, Rosa Herrera no quería la vacuna cuando se la ofrecieron.
Ella es maestra y cofundadora de una escuela autónoma en Richfield, Minnesota llamada Partnership Academy, por lo que fue elegible para la vacuna contra el COVID-19 en enero de 2021 cuando el estado proporcionó dosis de vacuna a los trabajadores esenciales de la escuela.
Pero Herrera, rechazó la oferta, insegura sobre los efectos secundarios que la vacuna le podía causar.
“Pensaba que la vacuna no era confiable porque no hubo tiempo suficiente para estar realmente seguro que chequearan para asegurarse que la vacuna sería efectiva. Estaba un poco asustada, pensando en, bueno, que no sé qué van a inyectar en nuestros cuerpos, o cómo van a reaccionar nuestros cuerpos y cosas así”, dijo Herrera.
Muchos de sus familiares y amigos mexicanos estaban asustados por los ingredientes de las vacunas y sentían que no sabían lo que la vacuna tenía en sus ingredientes.
Escuchó a sus compañeros de trabajo, amigos y familiares hablar sobre sus miedos directamente y en Facebook, lo que hizo que ella tampoco quisiera vacunarse.
“Soy mexicana, y mucha de mi gente estaba asustada con la vacuna. Mucha gente empezó a hablar de: “Van a inyectar este microchip y van a hacer esto y aquello”. Y yo dije: “Oh Dios mío”. Todo el mundo estaba un poco preocupado, así que me dije: ‘Ahora, no voy a vacunarme, porque no sé qué es eso. Y dije, no, no, no lo voy a hacer ‘”, dijo Herrera.
Pero terminó cambiando de opinión cuando su madre de 80 años recibió la vacuna.
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Las Madres Saben Qué Es Lo Mejor
Rosa Herrera estaba en contra de recibir la vacuna, al igual que su madre.
Ni siquiera quería discutirlo con ella.
“Llegó la oportunidad de tener vacunas listas para las personas de 80 años o más. Así que le dije a mi mamá y mi mamá dijo: “¡Definitivamente no!”. Ella estaba realmente molesta, dijo “¡Ni siquiera hables de eso!” Yo me dije Oh Dios mío, así que no dije nada después de eso”, dijo Herrera.
Pero eso cambió cuando su madre fue a un chequeo regular con su doctor.
“Su doctor le dijo que estaba muy saludable. Y luego mi mamá le dijo: ‘Oh, sí, quiero ir a México’, porque la mitad de los hermanos vivimos aquí, y la otra mitad en México. Y entonces el médico le dijo: ‘Bueno, no vas a poder viajar si no te vacunas’. Entonces mi mamá me llamó i me dijo, ‘Oh, por cierto, estoy bien. Realmente estoy muy bien. El doctor dijo que estoy estupenda. Pero me dio este número para tal vez tener una cita para vacunarme”, dijo Herrera.
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Consiguiendo la Vacuna para Ella
Rosa Herrera empezó a pensar más en la vacuna. Vio un webinar organizado por funcionarios locales en la Ciudad de México que ofreció información sobre las vacunas a los latinos, lo que ayudó a responder algunas de sus preguntas y la hizo sentir mejor al saber que otros también dudaban al principio.
Luego, más y más personas en la vida de Herrera empezaron a recibir la vacuna, incluidas sus hijas que estuvieron gravemente enfermas con el virus el otoño pasado.
Ellas recibieron las vacunas de Moderna y uno de sus hijos recibió la vacuna de Johnson & Johnson.
Herrera comenzó a reconsiderar su posición sobre la vacuna.
“Yo estaba como, no quiero quedarme por fuera. Quiero asegurarme de estar saludable. Porque no quiero volver a enfermarme y luego traerle de nuevo la enfermedad a mis hijas”, dijo Herrera.
Cuando su amiga y activista comunitaria Ruth Evangelista le preguntó si ella quería una vacuna, Herrera aceptó. Evangelista le indicó donde quedaba una clínica de vacunas que distribuía dosis de Pfizer a latinos mayores.
Ella recibió su primera dosis de Pfizer el 7 de febrero de 2021. Y recibió la segunda dosis tres semanas después. Rosa se sintió bien después de recibir la vacuna, solo sintió un pequeño dolor en el brazo y cansancio por un par de días. Su madre que ya es mayor tampoco sintió muchos efectos secundarios.
“Me sentí bien, me dolía el brazo. Creo que era de esperarse, tener el brazo adolorido por un par de días. El primer día que llegué a casa, no fue gran cosa. Sí, me dolía el brazo, pero eso fue todo. El segundo día, de la misma manera. Pero el tercer día, me cansé bastante. Pero eso sí, no estuvo nada mal”, dijo Herrera.
Para Herrera, vacunarse significa tener más tiempo en familia.
“Tengo una familia grande. Tengo muchos nietos. Yo tengo siete hijos en total. Y también tengo 18 nietos y 6 bisnietos. De modo que puedo ver más a mis nietos ya mis hijos aquí”, dijo Herrera.
Aunque está vacunada, Herrera todavía quiere tener cuidado. Seguirá usando el tapabocas y teniendo cuidado de lavarse las manos. También está contenta de seguir trabajando desde la casa.
“Tienes que adaptarte y acomodarte a lo que sucede en tu vecindario, o con tu familia o en el mundo”, dijo Herrera.
Ella espera que otras personas que dudan se hagan vacunar para poder estar cerca de la familia y la comunidad.
“Ellos deben hacerlo, y si no lo haces por ti mismo, hazlo por tu familia, porque todos lo están haciendo. Somos muy afortunados y realmente bendecidos de tener las vacunas disponibles para todos. Empezamos un poco lento, pero ya nos estamos moviendo muy rápido vacunando a todos”, dijo Herrera.
Ahora ella ayuda a otras personas a programar citas para vacunarse.
“Yo les digo: ¡Yo ya lo hice, ustedes pueden hacerlo! No te va a pasar nada. No me pasó nada a mí”, dijo Herrera. “Pero al mismo tiempo, les hago saber que todos reaccionamos de manera diferente porque no todos somos iguales. Pero creo que es mejor para ellos que se vacunen no solo para protegerse ellos mismos, pero principalmente por los miembros de su familia ”.
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